Baciyelmo 2

Baciyelmo 2
«Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa». Quijote, I, 25.

martes, 30 de septiembre de 2014

martes, 23 de septiembre de 2014

Siglo XVIII

LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII. Ensayo y teatro.


ILUSTRACIÓN Y NEOCLASICISMO

En el siglo XVIII se impone el pensamiento racionalista, de modo que todos los actos humanos deben iluminarse con la luz de la razón. Es lo que se ha llamado “Ilustración” o “Siglo de las Luces”. De este modo surge una nueva teoría política, el “Despotismo Ilustrado”, se impulsan las ciencias experimentales y se combate la superstición. En arte se aplican las reglas del Neoclasicismo, que aspiran a crear una belleza perfecta sustentada en los modelos clásicos.

La literatura se utiliza para difundir la ideología ilustrada y las obras adquieren una finalidad didáctica o una intención crítica. De ahí que en los temas se evite lo imaginativo o lo emotivo y que el estilo literario busque la claridad y elimine adornos estéticos que puedan dificultar la comprensión.
Esta preponderancia del contenido sobre la belleza formal condiciona los géneros utilizados. Por ejemplo, apenas se cultiva la prosa narrativa, sin embargo se desarrolla un género nuevo, apto para la divulgación y la crítica: el ensayo. A él se consagran autores como Feijoo  o Jovellanos. El prosista más estrictamente literario fue Cadalso, autor de las Cartas Marruecas, que sigue el modelo de las Cartas Persas de Montesquieu. Se trata de una obra de crítica social que se sustenta sobre la ficción literaria del viaje de un extranjero que recorre España, observa sus costumbres y transmite sus impresiones a su maestro en Marruecos.
En cuanto a la poesía, se eliminan las emociones íntimas y se dedica a temas didácticos, como es el caso de los fabulistas Iriarte y Samaniego. También se cultiva el tema pastoril a imitación de los clásicos, o tópicos filosóficos como el Carpe Díem. El mejor ejemplo es Menéndez Valdés.
Por lo que se refiere al teatro, se abandona del modelo barroco y se vuelve a las reglas aristotélicas: respeto  de las 3 unidades, separación de tragedia y comedia, etc. Los temas hacen propaganda de la ideología ilustrada. El rey de la escena es Moratín, con obras como El sí de las niñas, donde condena los matrimonios de conveniencia y defiende una mayor libertad en la educación de los jóvenes, especialmente las mujeres. Su protagonista encarna el ideal ilustrado del “hombre de bien”, que renuncia a sus deseos en favor del bien común.

A finales de siglo se gesta un movimiento de transición, el Prerromanticismo, que respeta las ideas ilustradas pero reacciona contra la rígida estética neoclásica y reivindica el protagonismo de la pasión frente a la razón. Aquí se inscriben las Noches lúgubres de Cadalso o un drama de Jovellanos, El delincuente honrado.




El sí de las niñas. Representación en Estudio 1 - TVE